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Mi experiencia en Nueva Zelanda

Mi experiencia en Nueva Zelanda

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Mi experiencia en Nueva Zelanda

Mi experiencia en Nueva Zelanda

Por Damián Águila Henríquez

“Cuando supe que tenía la oportunidad de ir a un país extranjero para juntar experiencias y aprender, debo reconocer que me sentía un poco escéptico, ya que para ser honesto, considerando el gran número de postulantes que se presentaron para dar las pruebas (alrededor de 3000), y el número de beneficiados que tendría el programa (100, que a la postre serían 101), veía un tanto difícil que mi nombre apareciera en la lista final.

Pero las cosas se dieron muy bien desde el comienzo. Cuando di la prueba de inglés para postular, sentí que había hecho un muy buen trabajo, y me sentía con la confianza de que posiblemente sería seleccionado, y al final todo resultó bien.

Me dio mucha felicidad darme cuenta de lo que se venía, pero a la vez quedé con un poco de rabia por algunas razones (me perdería el show de Iron Maiden en el Estadio Nacional, para el cual tenía las entradas compradas), pero los sacrificios valdrían por una experiencia que al final resultó ser maravillosa.

 Fotografía: Embajada de Nueva Zelanda

101 pingüinos fuimos a Nueva Zelanda, de los cuales 61 fuimos a Auckland, 20 fueron a Wellington y 20 a Christchurch. Las amistades que hice durante el corto período de tiempo que estuve allá fueron muy importantes para hacer de esta pasantía una vivencia aún más memorable, tanto kiwis como estudiantes chilenos beneficiados, y otros estudiantes extranjeros de otras partes del mundo que también veían a Nueva Zelanda como un destino académico de excelencia. Y Fotografía: Damián Águilano es para menos, el sistema de allá, pese a ser de mucha menor carga académica que el nuestro, era bastante eficiente, puesto que los cursos (o clases) eran pequeños, lo que permitía una relación muy estrecha entre los profesores y los alumnos, y además, la baja cantidad de subsectores (sólo 6) hacía posible que cada alumno aprendiera de acuerdo a sus capacidades. Las clases eran muy cortas, con períodos de sólo una hora cada una, y el horario comenzaba a las 9:00 y terminaba a las 15:15, lo que sumado a la ausencia de tareas, creaba un ambiente muy relajado que permitía a los alumnos focalizarse en lo realmente importante. Sólo matemáticas e inglés eran clases obligatorias, el resto quedaban a elección de cada alumno. En general, siento que tenemos mucho de aprender de un sistema como ese, pero eso es harina de otro costal.


Siento que le debo las gracias a muchas personas, ya que fueron muchos los que hicieron posible esta experiencia, partiendo desde mi profesor de inglés de básica, Luis Sepúlveda, mi profesor de inglés de media, Juan Carlos Vera, la Corfo, Ok Educational Travel Group, y finalmente Western Springs College, colegio al que llegué en Nueva Zelanda. Además, no puedo olvidar a mi familia anfitriona de Nueva Zelanda, que siempre me hizo sentir como uno más.


Como reflexión final, les digo que si realmente desean algo, nadie vendrá a hacerlo por ustedes, tienen que esforzarse y concentrarse en lograr sus anhelos, y sólo así, serán capaces de cumplir sus metas y lograr sus objetivos.

 

 ¡Gracias a todos!”

 Fotografía: Damián Águila